viernes, 6 de abril de 2012

Vagancia porque si, vagancia porque no

El empresariado se queja.

Dice que los jóvenes no tienen compromiso laboral.

Que son maleducados, irrespetuosos… que no saben disciplinarse en el mundo del trabajo.

Sólo falta que digan que son todos unos vagos, todos unos parásitos sociales, del primero al último.

Esa sí que es una generalización que asusta, que da miedo, que nos impide ver qué les pasa realmente a nuestros pibes .

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¿Cuántos años tienen estos chicos cuestionados por las empresas?

Entre 20 y 30, más o menos.

Deducimos, entonces, que sus padres son tipos y tipas de entre cuarenta y algo y 60 años.

¿Qué habrá pasado en las vidas de esos padres en éstos últimos 20 o 30 años?

Es decir, ¿qué pasó en las vidas de estos hombres y mujeres cuando también eran jóvenes y tuvieron la voluntad o no de traer un hijo al mundo?

¿Tuvieron una bonanza económica gracias a su empleo?

¿Dieron lo mejor a sus hijos gracias a tener empleos dignos? 

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Tengamos en cuenta que la recuperación del pleno empleo recién se puso en marcha en 2003, tras la hecatombe económica que empezó a dibujarse con el fin del gobierno de Menem y que explotó con furia al despedirse 2001.

Esos jóvenes, hoy padres, tenían a sus hijos chiquitos o apenas adolescentes.

Esos padres fueron víctima de un momento histórico que ya los venía golpeando y que terminó, en muchos casos, dejándolos en la calle.

Apenas en estos últimos diez años, esos jóvenes padres devenidos en hombres y mujeres maduros remontaron la cuesta no sin esfuerzo, no sin problemas, no sin desazón.

¿Qué habrán entendido sus hijos que significaba “trabajar para salir a adelante”? 

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Soy un convencido de que nadie hace algo que no conviene.

La tan famosa “cultura del trabajo” fue reconocida como válida porque abría puertas hacia el camino de la movilidad social ascendente, gran valor que supo acuñar la Argentina de prosperidad para mucho y no para pocos, como permitió con imperfecciones el peronismo.

Si hoy los jóvenes miran de reojo al trabajo, es porque saben que estar adentro del mercado laboral no siempre es la panacea de la seguridad económica y tampoco constituye el lugar de concreción de sus sueños.

Después de todo, hay gente que triunfa (entre comillas) sin dedicar un gran esfuerzo al trabajo; la televisión se encarga casi a diario de mostrar esos modelos de éxito sin sudor.

Si para bisabuelos, abuelos e incluso padres de los jóvenes de hoy el trabajo dignificaba porque rendía, no lo fue en todas las épocas.

No hay que dejar de lado que, si llevamos 10 años de reconstitución del tejido laboral fue después de casi 30 años de destrucción del mismo.

¿Qué cultura del trabajo se puede heredar tras largas décadas de deterioro de la calidad de vida del trabajador asalariado?

Lo que se destruye en pocos años, en lo más profundo de lo social, lleva décadas en recomponer 

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Los pibes de hoy decodifican con magistral intuición que estar empleado no fue el mejor plan de vida de sus antecesores.

¿Qué significa esto, que estoy a favor de los “pibes vagos”?

Claro que no.

El que anda por la vida tiene que andar en algo más o menos comprometido para alcanzar su dignidad.

Es cierto que el trabajo dignifica, pero hay que darle rango de actividad inclusiva.

Para eso hace falta que haya buenos sueldos, buenos lugares de trabajo y buenas expectativas de crecimiento.

Nadie va a entrar a un lugar en donde la esperanza quede de la puerta para afuera.

Nadie se sumará a una cultura del trabajo que no de garantías.

El sentido común es el más vivo de los sentidos.

No come vidrio, ni firma contratos para ganar poco ni para que lo traten peor.

2 comentarios:

nix dijo...

hay que sumar esos hijos que vieron a sus padres entregar la vida al trabajo y cuando les llegaba el momento del reconocimiento [un ascenso] fueron desplazados por alguien con palanca [en el peor de los casos] o por alguien más joven [porque era más barato]. Esto también se vió mucho en los '90. El resultado es el mismo: una generación [o más] que descree del esfuerzo y presiente que el "éxito" pasa por estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Y por tanto no va a tener lealtad a la empresa ni se va a sentir apegado al lu a vi 9 a 17hs.

Descubriendo tu blog, saludos.

Santiago dijo...

la educación tiene que venir desde los hogares y también hay que tener un buen gobierno que exija que todos los chicos tengan la obligación de ir.. pero por mala suerte no es el caso y no se los está alimentando de buena educación sino de vagancia. no vivo hace mucho en la Argentina, hace poco busque un alquiler de departamentos en buenos aires para quedarme por un tiempo por trabajo pero estuve leyendo bastante sobre la política del país