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lunes, 23 de agosto de 2010

"A por Fibertel", ¿para qué?




La pregunta es, ¿para qué?

¿Para qué meterse en el tole-tole de Fibertel?

¿Para qué quitarle al grupo Clarín el control de una empresa que se dice ya está muerta?

¿Para qué pagar un inmenso costo político por una decisión que incluso podría eclipsar el tan esperado anuncio del gobierno sobre la revelación de la verdad verdadera sobre Papel Prensa?

¿Para qué?

La decisión de meter la cuchara en el negocio de Fibertel tiene un costo político con raíz social: despierta de la modorra a cerca de un millón de usuarios de la empresa clarinezca a los que será difícil explicarles que cambiar de proveedor de banda ancha no es un problema sino una solución.

A veces el kirchenrismo no logra decodificar la tilinguería que caracteriza a vastos sectores sociales argentinos.

Son esos sectores que aprecian más las formas de los fondos; en este caso no tengo dudas de que priorizarán el interés propio a la necesidad de dar de baja el funcionamiento ilegal de una empresa como Fibertel.

Pero lo que no se termina de advertir desde el proyecto K es que esos tilingos, muchos de la clase media, son votos.

Sin ellos, el tan entusiasta escenario 2011 de triunfo electoral sin balotage se transforma en utopía.

Uno puede entender que hay decisiones que no pueden esperar: Ley de Medios, Estatización de AFJP y de Aerolíneas… pero, repito, ¿era necesario arrebatarle a Clarín el negocio de Fibertel de súbito cuando se podría haber hecho gradualmente desde hace varios meses antes?

El problema es que, con decisiones como las conocida el viernes, se justifica al otro que el kirchnerismo eligió como enemigo.

Con lo de Fibertel, Magnetto hasta parece comprendido y justificaco en su cruzada anti-K y en sus apariciones públicas casi-inéditas en el historial como cacique del grupo Clarín.

Como remedo del gobierno sobre su actitud compulsiva sólo se espera que la solución sobre los usuarios de Fibertel sea, de mínima, mejoradora y reparadora de su situación anterior.

Hay que entender que la decisión del gobierno no perjudica únicamente a usuarios de un servicio catering o de lavandería a domicilio: son ciudadanos que tomaron a la banda ancha como opción para entablar su comunicación libremente.

Por eso es de esperar que, la clarificación de la medida del gobierno, lleve tranquilidad a quienes hoy deben sacudirse la modorra del sillón de su living.

Y ustedes saben muy bien el fastidio que significa eso.

No hay peor afrenta para un clasemediero que la acción del gobierno de turno que lo perjudica en sus intereses más clasistas.

En este caso, sólo el hecho de tener que cambiar de compañía de banda ancha cuando no lo tenía pensado puede transformarlo en un potencial enemigo de aquel que lo obliga a actuar.

Ya vimos esa historia con al 125.

El riesgo está en tomar medidas acertadas con las herramientas equivocadas.