viernes, 27 de agosto de 2010

Porque la inseguridad no es una sola


¿Cuándo los medios hablan de inseguridad, hablan de una inseguridad única o sólo hablan de un tipo de inseguridad?

En todo caso, la cuestión de la seguridad, ¿siempre es cuestión de delincuentes en el lugar de los hechos, pistolas, balas, heridos y muertes?

Hace algunos años llamó amablemente un vendedor de alarmas domiciliarias y soltó la pregunta:

- “Buenos días, señor. Somos de la empresa DDT. Queríamos saber si Ud. tiene una alarma de seguridad instalada en su casa”

Mi cara, aunque no me la vi, se fue transformando por el estupor.

- ¡Y que querés que te responda, pibe, ¿Qué no tengo? Claro que tengo alarma!”

Claro, mi respuesta no podía ser otra: ¿qué podía responderle a ese vendedor kamikaze de alamas? ¿Qué no tenía alarma instalada?

¿Qué consecuencia podría tener una respuesta por la negativa sobre la presencia de un equipo de seguridad?

Opción 1: que la empresa DDT me regalaría una alarma

Opción 2: que la empresa me vendería una.

Opción 3: que los chorros bien dateados por dicha empresa controlada por dudosos propietarios me reventarían la casa a los pocos días de mi reveladora confesión de indefensión.

La respuesta no podía ser otra que la afirmativa, ante los radares encendidos de mi cerebro atento a cualquier treta para penetrar en la seguridad de mi hogar

Hace pocos días, no más, me llama un telemarketer del banco en donde opero.

- “Buen día señor Corbalán. Soy del Banco Sanandres Arroyo. Estamos llamando a nuestros clientes que tuvieron inversiones con nosotros como por ejemplo plazos fijos. ¿Qué ha hecho ud. con los fondos que tenía en su cuenta? ¿Los tiene todavía, los invirtió o los usó para otros rubros?

Mi cara de nuevo mutó por la bronca.

“¡Me los jugué a los burros, pibe!”, respondí con furia controlada, de nuevo con la sensación de sentirme invadido en mi privacidad.

Como escucharán hay muchas maneras de sentirse “inseguro”.

El problema es cuando la sensación de inseguridad la percibimos sólo cuando pasamos cerca de un adolescente que más o menos da el perfil de “pibe-chorro”.

Pero eso sólo no es sensación de inseguridad, en todo caso.

Ese fantasma delictivo que los medios alimentan en su magnitud al hablar del delito raso, frontal, personalizado, encarnado en la figura física del chorro mismo no es el único.

El ejercicio de reflexión para el fin de semana es pensar en lo inseguro más allá de ese escenario.

Verán que la inseguridad es más que un punga, una mechera, un ratero, un calzado y hasta un pasado de merca en busca de las pertenencias ajenas.

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