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sábado, 16 de octubre de 2010

¿Y si le damos bolilla a la democracia?


Con una conclusión científica intentaremos analizar la política argentina.

Investigadores de la Universidad de Kent en Ohio, Estados Unidos, concluyeron que “Los exámenes nos hacen más inteligentes”.

Bien, ¿entonces? ¿Mandamos a todos nuestros políticos a marzo vemos cómo los mejoramos?

No, no, no, por favor, no tan rápido.

Mejor vayamos por partes.

El estudio difundido por la revista Science revela que la instancia de estudio, pero más aún la de evaluación permiten fijar conocimientos de manera duradera.

Esto se logra efectivamente mediante la creación de los llamados “mediadores”, es decir, puentes que establecemos para asociar rápidamente conceptos entre sí.

Todo muy lindo, pero, ¿qué tiene que ver esto con la política?

Ahí vamos.

¿Cuál es la instancia de evaluación por excelencia en democracia?

Las elecciones, claro!

Son momentos fundacionales para poner en marcha ideas, reflexiones, promesas, razonamientos, aclaraciones, desmentidas y muchos otros elementos del cotillón  proselitista.

¿Hace cuánto que no les tomamos examen a nuestros dirigentes elegidos por el voto popular?

… hace un año y cuatro meses cuando votamos legisladores en junio del año pasado.

¿No habrá pasado mucho tiempo?

Puede ser que el lapso sea considerable.

Pero por suerte tenemos las sesiones parlamentarias, formidables instancias para ver en qué andas nuestros votados.

Te pregunto: ¿cuántas sesiones viste en estos últimos meses?

Y si lo hiciste, ¿prestaste atención a quien votaste en las legislativas de 2009?

Y si así lo hiciste, ¿se comportó tu diputado o senador como vos lo esperabas?

A los que supimos pasar por varias instancias de estudio nos quedó bastante claro que todo examen tiene un examinado y un examinador.

Sin alguno de ellos no hay evaluación posible.

Cabe preguntarnos entonces si estamos ejerciendo nuestro rol de control ciudadano sobre nuestros legisladores.

El desafío es no faltar a las mesas de examen de la clase dirigente y, mucho más importante aún, es saber elegir las bolillas que creemos importantes sobre las cuales examinar.

Si entendemos este juego sabremos que muchas veces nuestros parlamentarios terminan eligiendo la bolilla que más saben, que más les convienen y que poco importa a las reales necesidades de su público votante.

Podemos citar varias leyes y proyectos votados.

Pero les dejamos ese trabajo para ustedes, como examen para autoevaluarse acerca de lo que consideran que realmente valió la pena hasta ahora discutir en el Congreso.

domingo, 14 de junio de 2009

Tramas: la radio argentina post-dictadura

Como siempre, imperdible el trabajo de los amigos de Tramas.

Pasen y escuchen.

(click en la imagen para ir al sitio)

miércoles, 1 de abril de 2009

Un demócrata menos


La muerte de Alfonsín nos debe servir para recordar el proceso de retorno a la democracia.

No sólo fue el ex presidente quien facilitó dicha vuelta.

Fueron miles y miles de argentinos que, equivocados o no en el método, fueron desgastando con su lucha al gobierno de la Junta hasta empujarlo a firmar la guerra suicida de Malvinas y a emprender la retirada vergonzante que dejó el siempre triste y presente legado de los 30.000 desaparecidos

Anoche, murió un demócrata, no el único.

viernes, 20 de junio de 2008

Una plaza demasiado peronista


Por simple impresión, por simple observación y por simple opinión llegué a una simple conclusión: la marcha a la Plaza de Mayo convocada por el oficialismo fue más un Sí a Cristina que un Sí a la Democracia.

Si bien estuvieron representados distintos sectores sociales, culturales y políticos, el tinte del acto fue notoriamente peronista.

NO es un reproche directo al kirchnerismo: más bien es un llamado a aquellos que, todavía, no se animan a sumarse a la participación en el ejercicio de la política.

Somos muchos los que adherimos a la defensa de la Democracia, al resguardo de las instituciones republicanas, al rechazo a las políticas hegemónicas de las corporaciones y al apoyo a todo aquel impulso que haga más parejo el reparto de lo que producimos.

Somos muchos los que rescatamos la lucha obrera forjada en el núcleo del peronismo con Perón, primero, en la lucha trabajadora de la Resistencia sin el Viejo, después, y en la reincorporación del trabajador al reparto del PBI nacional con valores cercanos a las décadas del 50 y 60.

Pero no somos pocos los que tenemos algunas dudas sobre el uso que el kirchnerismo le dé al capital político obtenido de la Plaza del SI del miércoles 18 de junio de 2008.

Deseamos que el proyecto político del actual gobierno forje una democracia mejor arraigada en los argentinos, sobre todo en aquellos que (como se afirmó en este espacio) siguen saliendo a la calle a hacer sonar las cacerolas sin ideas y sin propuestas alternativas claras ante lo que demonizan como la dictadura K.

Si todos apoyamos, es en beneficio del país y no de un sector, como precisamente dice el gobierno cuando se refiere a los cuatro jinetes de la fiesta sojera.

Pero nuestra participación no sólo debe ser declamativa: es necesario que participemos en espacios en donde la política pueda ser ejercida pluralmente.

Si no, el juego político-partidario terminará siendo el mismo reducto de siempre, reservado sólo para la rosca de turno.

domingo, 18 de mayo de 2008

Equilibrio desequilibrado


La primera pregunta que hago es:
¿Se puede poner en un mismo plano de análisis al gobierno, por un lado, y al campo, por el otro, a la hora de evaluar el conflicto en ciernes?
Como ejemplo, me remonto a los tiempos de la dictadura genocida-facinerosa de la Argentina del 70 y va la segunda pregunta:
¿Fue lo mismo el terrorismo guerrillero que el terrorismo de Estado?
Es el Estado, ante todo, aquel que tiene entre sus derechos y obligaciones las responsabilidades mayores y contenedoras de todos los demás derechos y obligaciones que subordina.
Las responsabilidades no son las mismas, de uno u otro lado.
Y sobre la primera pregunta, acerca del plano de igualdad entre gobierno y campo, es evidente que el gobierno es el Estado y el campo, en cambio, representa un conjunto de intereses referidos en cuatro entidades civiles.
Entonces, ¿quién debe estar por encima del otro?
Si nos remitimos al concepto clásico de república democrática moderna, es el Estado, por encima de todos los demás actores, aquel que ejerce el poder legal sobre aquellos por la potestad que le confiere la delegación de facultades de sus ciudadanos.
Todo actor que pretenda empardar a ese Estado estará cuestionando su legitimidad; ¿hay lugar para dos Estados en un mismo país?
Entonces, si se está en pleno desarrollo de un régimen democrático, es fundamental que los díscolos pretendan redefinir el funcionamiento estatal mediante elecciones.
Si no consideran como válida esta herramienta, la legitimidad del régimen comienza a hacer ruido.
Entonces, ¿puede un corpus de intereses alterar la normalidad de un país mediante un lockout patronal y sostener la medida como presa de cambio en la disputa con la administración de Estado de turno?
¿Acaso la intriga es una herramienta válida para ser puesta en juego a la hora de enfrentar el aparato estatal?
Sólo es válida esta última instancia en tanto y en cuanto el propio Estado se desvirtúe en su esencia; o si su administración muta en sus fines originales de participación democrática hacia otro tipo de participación ciudadana como ser las clásicas aristocracias, monarquías o bien el concepto de régimen político entendido (para cierta bibliografía livianamente) como "populismo".
Para ser más precisos: si se reconoce el pleno desenvolvimiento de un proceso democrático, todo acto que intenten cuestionarlo podrá ser calificado políticamente como GOLPISTA.
En cambio, si el régimen expresa debilidades y pérdidas esenciales en la garantía del cumplimiento de la voluntad popular, todo intento de coaccionar contra el Estado puede ser entendido como un movimiento de defensa de dicha voluntad ciudadana.
¿Cómo se podrá calificar el paro del campo?
Creo que por esta última pregunta puede (o según mi criterio debe) pasar el debate acerca de cuáles de las partes en conflicto tiene más derecho sobre la otra.