
Pensar que soñábamos con un país reincorporando a la participación política a miles y miles de jóvenes para retomar el legado de la generación exterminada por la dictaduras genocida.
¿A dónde fueron a parar los deseos de transformar la realidad que nos rodea a través de una participación decisiva y comprometida?
¿Qué futuro tendremos como país si las generaciones reconocidas mediáticamente como vanguardia están más precupadas por mantener las bolas frescas que por calentar las cabezas de aquellos que hoy queremos sumar a nuestra lucha de cambio?
Estos pollerudos modelo 2009 son, sin dudas, herederos de aquellos que creen que la militancia es, solamente, adherir a una marcha contra la inseguridad a través de Facebook.