jueves, 16 de septiembre de 2010

Halcones que matan pero no vuelan


Esta es una breve reflexión acerca del tiempo, su paso y la continuidad de los que no debieron seguir o al menos haber cambiado.

El paso de los años, las enseñanzas supuestamente aprendidas a veces no terminan por provocar cambios en las personas e instituciones.

Todo esto está sustentado en un disparador:

El gobierno de la Provincia de Buenos Aires anunció ayer el fortalecimiento del Grupo Halcón de la Policía.

El anuncio me provocó un deja-vu a las peores imágenes de Ramallo de septiembre de 1999.

El 17 de septiembre de ese año, es decir hace 11 años el Grupo Halcón entraba en una de las páginas más trágicas de la historia bonaerense.

Fue cuando en una confusión total, y con una falta de profesionalismo descarado, abrió fuego contra el VW Polo en el que escapaban delincuentes con empleados del Banco Nación de Ramallo como rehenes.

Saliendo de aquellas imágenes, vuelvo al presente para preguntarme, de qué manera se habrá regenerado ese Grupo Halcón de la tragedia para convertirse en una eficiente fuerza de elite para luchar contra los narcos y los desarmaderos.

Creo que debo pensar en las buenas intensiones del gobernador Scioli en el tema.

Su concepción ideológico lo pone ante una decisión previsible para un político como él: ante más delito, más y mejor policía.

Pero esta fórmula, ¿no fue ya parte del fracaso en materia de seguridad bonaerense?

Sea como fuere lo que pretende el gobernador, cabe acercarle a él y a todos los que se preocupan y mucho por delincuencia que las propias Naciones Unidas advirtieron recientemente sobre las recetas de la mano dura.

No hay eficiencia posible si no se trabaja en los hilos sociales más sensibles que propician el delito, aspirando pibes de la pobreza hacia la delincuencia y constituyéndose en usinas alternativas de empleo para aquellos que ya no son parte de la cultura del trabajo por el trabajo mismo.

Ojalá que los Halcones de Scioli no le aten las manos al gobernador.

Digo esto, porque en aquel 1999 a Duhalde las manos de las ataron los monos con 9 milímetros y fusiles de la bonaerense a los que increíblemente había calificado como “la mejor policía del mundo”.

Ojalá que Scioli no pifie con la receta.

No sólo por su carrera política sino por los destinos de la provincia de Buenos Aires en general.

Ojalá que el mandatario provincial sepa que una calle asfaltada, una escuela digna, servicios públicos aceptables y mano de obra ocupada constituyen brebajes casi mágicos para hacer de la comunidad bonaerense una sociedad más justa y más segura. 

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