Dicen los medios que la inseguridad mata
¿Y el periodismo también?
El periodismo puede matar pero con la peor de las muertes, la muerte en vida.
La historia de medios “casi asesinos” la protagonizaron un diario español, un pintor italiano y su esposa.
La crónica relata que Gaetano Pisano fue denunciado en 2005 por el diario El Mundo de haber albergado al criminal nazi Aribert Heim, quien asesinó a pacientes judíos en la enfermería del campo de concentración Mauthausen.
Desde entonces, el pintor recibe tratamiento psiquiátrico.
Pero además, desde la difamación propinada por el diario español nadie más compró sus obras de arte que, hasta entonces, cotizaban muy bien en Europa y en los Estados Unidos.
“Atentando en su honor de manera perpetua”, sentenció la justicia española.
Esa perpetuidad en el mansillar del honor del pintor Pisano tiene que ver con Google.
Hoy por hoy, continúan colgados 11 artículos de El Mundo en los que se describía con precisión policial la supuesta relación del artista y su esposa con el carnicero nazi.
Nada era cierto.
Tanto la Policía Autonómica de Cataluña como el Cuerpo Nacional de Policía español negaron haber entregado información alguna, tal como aseguraron los periodistas condenados.
El diario El Mundo de España fue condenado por NO hacer periodismo, sino por esgrimir un verdadero oficio del terrorismo mediático.
La sentencia de la justicia española condena a los reporteros del periódico y a los directores del mismo.
En dicho fallo condenatorio se destaca el daño 'irreparable' causado a la pareja y reprocha al diario que 'bastaba con acudir a sus corresponsales en el país germano o nutrirse de fuentes de toda solvencia ya que así se habría evitado la lamentable estigmatización de los demandantes'.
La justicia mandó a hacer periodismo a un medio que supuestamente ejerce esa profesión
Pero la historia no termina acá.
Uno de los condenados es Nando García, de 32 años ex redactor de El Mundo y coautor de estos reportajes, dirige hoy CYNC, una empresa que ofrece limpiar la imagen de personas y empresas dañadas por los medios de comunicación.
Y está procesado en otra causa diferenrte por escribir en una serie de artículos en el mismo medio a favor de una banda de delincuentes.
¿Cuántos de estos delincuentes estarán dando vueltas alrededor del mundo y en nuestro propio país disfrazados de periodistas?
Como siempre digo, el riesgo es entregar nuestra querida profesión a manos inescrupulosas.
El desafío es evitar que nuestro trabajo cotidiano termine siendo servil a los intereses corporativos.
La corporación política, la económica, la sindical y varias otras saben lo necesario que es el periodismo.
No regalar nuestra dignidad profesional vale la pena, más aún si de lo que se trata es malograr todo intento por convertirla en parte de la maquinaria del mercenarismo editorial.
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