jueves, 9 de julio de 2009

Kirchnerismo: la necesidad de un cambio auténtico

El gobierno argentino terminó de asimilar los resultados de las elecciones legislativas del 28 de junio al decidir varios cambios ministeriales.

Sin dudas, las dos modificaciones más resonantes son el ingreso de Amado Boudou como ministro de Economía y elección de Aníbal Fernández como Jefe de Gabinete luego de haber ocupado el ministerio de Justicia.

Estos cambios fueron criticados por la oposición, al calificarlos como un enroque de figuras propias del riñón K que saltaron de un lado al otro de la estructura de poder sin permitir el ingreso de hombres y mujeres que oxigenen la gestión con aportes políticos desde otros espacios.

Estos cambios ministeriales, decíamos, son consecuencia de los resultados electorales de las recientes elecciones: la derrota bonaerense y el recorte de votos en las principales provincias argentinas dieron cuenta de un fastidio electoral para con el gobierno de Cristina.

Sin embargo, esta renovación parcial de gabinete pareciera responder a una demanda anterior: ya a finales de 2007 la asunción de Cristina Fernández en lugar de su marido dio cuenta de un cambio presidencial con continuidad de los grandes lineamientos políticos y económicos pero sin alteraciones significativas de la nómina de funcionarios que eran parte de la gabinete K desde 2003.

Hoy, los cambios ministeriales, como señalábamos, fueron por la fuerza; en aquella asunción de Cristina pudieron haber sido madurados y asumidos como verdadero manifiesto público de reconvertir y oxigenar la gestión de Estado.

Ahora bien, ¿para qué cambiar hoy luego del trago amargo de las elecciones? ¿Es un cambio porque el voto popular pareció pedir cambios o porque la oposición orada la gestión K con la acusación de autismo político y de necedad en lo alto del poder?

El cambio debiera ser por otros motivos.

Las modificaciones que se aplican en toda gestión de gobierno deben ir de consuno con el contexto de la dicha gestión.

Sin dudas la dinámica política y especialmente económica que vive la Argentina de estos días no es la misma de 2007. Entonces, ¿por qué no darse una reformulación ministerial oportuna para redefinir estrategias de gestión? Allí es donde campea la crítica hacia el universo K, por tener ministros que poco ejecutan ante la toma de decisiones concentrada en el matrimonio Kirchner.

Pero si así fue el tipo de toma de decisiones en tiempos de recuperación política y económica, cabe preguntarse por qué, al menos hoy, no hay un replanteo del modo de hacer gestión acorde con la realidad de una economía amesetada y un contexto político turbulento e impreciso.

El mandato de las urnas fue bastante claro en las últimas elecciones: el electorado argentino no está a gusto con el estilo K, más allá de todos los logros alcanzados por Néstor Kirchner durante su gobierno post crisis. Todo aquello cumplido hoy parece insuficiente para el público votante; al menos para las dos terceras partes del padrón electoral.

En definitiva, la incógnita es qué tipo de cambio debe hacer el gobierno de Cristina: un cambio para que la oposición aplaque sus críticas o un cambio para recuperar la iniciativa política y poner la proa del barco del gobierno con el rumbo encarado por Néstor Kirchner entre 2003 y 2007 cuando sumó a peronistas, radicales, socialistas y organizaciones sociales que adherían a un proceso de reivindicación de las consignas nacionales y populares en materia económica y social.

Si ese fuese hoy el espíritu de renovación de la gestión kirchnerista, ¿se hubieran hecho modificaciones ministeriales como las anunciadas sin recurrir a figuras que aporten desde esa centroizquierda que abrazó la causa K?

Siempre se cita a Maquiavelo con su resonada frase acerca de que el Príncipe no sólo debe ser virtuoso sino también parecerlo.

¿No será hora de que el kirchnerismo cambie para reencantar a aquellos que creyeron en el proyecto de Néstor y Cristina como una clara propuestas de gobierno desde el progresismo argentino?

¿No será hora de que el kircherismo cambie para aparecer más coherente con aquello que fue y con aquello hoy sigue diciendo discursivamente que es?

Puede ser una salida válida; no son pocos los que especulan hoy con un giro al centro del kirchnerismo lo cual, sin dudas, marcaría el fin de toda coherencia hacia el interior de un proyecto que siempre se mostró alejado de la moderación política.

Publicado en Uruguay al Día

2 comentarios:

Ester Lina dijo...

Los argentinos hablan, y dicen cosas sin sustancia, como si fueran conocedores del tema... pero no te preocupes, porque n el día de la Patria la presidenta nos convocó a todos los sectores a discutir una profunda reforma política. Y por ahí va la meora de nuestra Nación Argentina!!!
Saludos

Diego Quiles dijo...

NO SÉ QUE HARÁN, SÉ LO QUE ME GUSTARÍA QUE HAGAN.
ME GUSTARÍA VERLOS JUGADOS EN EL SENTIDO DE LEY DE MEDIOS, GRAVÁMENES A LAS RENTAS EXENTAS... EN TIMBA FINANCIERA, VENTAS DE ACCIONES, LEY DE HERENCIA, MINERÍA Y VARIOS TÓPICOS QUE NO APLACARÍAN CRÍTICAS DEL STABLISHMENT, MÁS BIEN TODO LO CONTRARIO.

SI NO LO HACEN LOS VAN A CRITICAR IGUAL Y SI LO HACEN, SEGURO MUCHOS LOS VAN A BANCAR.

NO HABLO DEL PRO, CARRIÓ Y DERECHOSOS, CLARO.

PUEDEN RELANZAR EL GOBIERNO O HACER UNA LARGA PLANCHA HASTA EL 2011 CON LOS QUE YA SABEMOS HACIENDO OLAS. Y OLAS MUY FUERTES GARANTIZADAS.

LO ARRIESGADO TIENE OTRO PRONÓSTICO.