Los pasillos de varias oficinas del gobierno nacional están convertidos en verdaderos hervideros políticos. La orden fue clara sobre la gran apuesta (para muchos la última decisiva) del proyecto kirchnerista: avanzar a todo o nada con la nueva ley de radiodifusión.
La orden no fue más que la puntada final para el tan ansiado proyecto de reforma de las comunicaciones mediatizadas argentinas, apoyado desde un notable número de organizaciones sociales, políticas y culturales convencidas de su necesidad.
La pregunta que le surgió a este humilde servidor fue: el kirchnerismo, ¿está en condiciones como para lograr apoyos parlamentarios al respecto? Las respuestas fueron y son múltiples, pero hay convicciones del poder K que componen un escenario casi similar al construido mediáticamente por la oposición: si no hay grandes jugadas políticas, el oficialismo se sabe enlazado y cercano a ser estampado con la marca “NO VA MAS”. Esa es, entonces, la lógica impuesta por los sectores antagónicos al gobierno argentino.
Los aprontes para el lanzamiento de la nueva ley de servicios audiovisuales ya están en marcha y busca lograr librar al kirchnerismo de esos lazos. Como ya trascendió la presentación estará a cargo de la propia Presidenta, la semana que viene.
El escenario no es casual: el teatro Argentino de La Plata, sitio en donde el kirchnerismo lanzó parte de sus estrategias políticas más preciadas: la candidatura de Cristina fue una de ellas.
No fueron casuales las palabras de Néstor K de los últimos días al disparar: “¿qué te pasa, Clarín?”. El operativo decisivo está en curso.
La movida del kirchnerismo, entonces, ¿es un acto suicida? Difícil responder ahora, pero lo cierto es que las ataduras al gobierno son muy fuertes. La fuga por derecha y por izquierda de referentes políticos obligará a la conducción pingüina a sostenerse, al menos, en sus dos pies e intentar zafar de esa inmovilidad política. Desde ese lugar se zambullirá en el barro de la negociación parlamentaria, a fin de sumar los votos de las bancadas (o sectores de las mismas) que podrían dar su voto a la nueva ley de radiodifusión.
Habrán notado que las menciones a la nueva normativa fueron más bien pocas. Es que, por el momento, se conoce poco de su texto, aunque trascendieron algunos detalles:
. Queda claro que cualquier intento por ir contra Clarín no podrá hacerse sin el respaldo de sectores mediáticos de peso como los intereses de las empresas de telefonía Telefónica y Telecom. Ambas se relamen ante la posibilidad de que se les abra la puerta al triple play (televisión, internet mas telefonía), una posibilidad cierta por estas horas.
. Hay voluntad de NO modificar ni una coma de los 21 puntos básicos surgidos del debate de la Coalición por una Radiodifusión Democrática.
. Se pretende defender a rajatabla la intransferibilidad de las licencias de radiodifusión, a fin de evitar pasamanos empresarios que trastoquen el reparto del negocio.
Las cartas, parece, serán echadas sobre la mesa de negociación legislativa en los términos señalados. La jugada implica el riesgo de caer en el vacío político o bien en el escenario de un embate que desmadre el negocio mediático a futuro; es sabido que en donde no se avanzará es en el actual estado de cosas de los grupos como Clarín; tal vez sea esa promesa la que hoy atempere al menos levemente los espíritus de los hombres que ya están listos para lanzar su lobby de poder en nombre de los grupos mediáticos.
Un razonamiento para final: para el kirchnerismo la lógica de avanzar sobre el poder de los medios trasciende la cuestión sobre sus supuestas pretensiones hegemónicas: la cuestión pasa por comprender que, cambiando las reglas de juego de los medios, se estará apuntando a la gran tribuna de la oposición política, la cual usa y abusa de dicha grada ante la ausencia de auténticas estructuras partidarias que le den sustento a sus proyectos políticos; en ese punto, los medios no son funcionales a la oposición sino que SON la propia oposición.
La incógnita sobre la cuestión es cuánto oxigeno político le queda al proyecto K como para encarar este desafío; del resultado de la operación, no hay dudas, dependerá incluso la posibilidad de abandonar el poder político antes de tiempo, algo que se vivió en el cuerpo propio de los K cuando la 125 golpeó en sus nucas. Matar o morir, de eso se trata, según su visión.
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