viernes, 13 de marzo de 2009

Macri diría: "me cago en la política"

La hipotética cita del Jefe de Gobierno porteño sirve para reflejar el espíritu que fluye en lo que hay de cerebro del ingeniero-nene-rebelde-de-papá.

Macri es de esos sujetos que nunca pudo resolver dónde meter el tamaño de su ego y sólo consigue dirimir la cuestión cuando lo alimenta.

La historia política de Macri es la de ganar posiciones para demostrar que puede; hasta ahí llega sus pretensiones.

Así lo demostró cuando llegó a la presidencia de Boca, cuando fue elegido diputado y ahora en la Jefatura de Gobierno de la ciudad más importante del país.

El desdoblamiento de las elecciones porteñas avanza en el mismo razonamiento mauriciano: parto la elección, uso a mi candidata (la única) preferida, gano las legislativas del distrito a fines de junio, consolido mi proyecto local y me paro con currículum de gestión para 2011; no está mal; todo en primera persona.

Lo malo, en todo caso, es haberle prometido a sus flamantes socios el amor tripartito para ir juntitos en la provincia y en la ciudad.

¿Quién irá de candidato a diputado nacional en octubre? ¿Cómo dirimirán las pretensiones electorales del colorado y del felipillo?

¿Cómo harán para compensar la ausencia de Michetti para la pelea nacional de octubre?

Parece que Mauri volvió a tapar de dudas a su entorno político; son los mismos interrogantes que lo van acompañando desde que a alguien se le ocurrió hablar de macrismo; ese ismo sobrevive con la ilusión casi intacta de convencer al ingeniero sobre la necesidad de impulsar un verdadero partido de derecha.

Lástima que ese anhelo sigue chocando con el ego del Jefe de Gobierno, quien entiende que abrir semejante juego no vale la pena teniendo la posibilidad de aprovechar alguna tribuna mediática amiga para decir lo suyo, caer bien y medir mejor.

Como siempre digo, después de todo, si a los Kirchner se les imputa tener un personalismo al ultranza, algo parecido habrá que decir de Macri, y de muchos otros que hoy entienden a la política como algo personal, lejos de las pertenencias partidarias.

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