sábado, 6 de septiembre de 2008

Gobernar (al menos) para los propios

La retórica insuflada de Néstor Kirchner fue el mascarón de proa de un proceso político signado por el factor sorpresa. El período 2003-2007, sin duda, fue característico por lo intrigante que era el futuro argentino, especialmente el económico. Los sucesivos anuncios en materia salarial, la recomposición del ingreso de los jubilados, las mejoras en el optimismo del consumo y el sostenimiento del crecimiento macroeconómico a verdadera “tasas chinas” capitalizaron un poder único para el ex mandatario. El viento del tiempo no hizo más que barrer con todo lo logrado por el denominado kirchnerismo, y dejó en evidencia que la estrategia bolsillista del ex mandatario se dio de lleno con cuestiones de pertenencia social de los sectores medios que, una vez más en la historia argentina, demostraron sus sentimientos claramente contrarios a toda construcción política que tan solo tenga olor a peronismo.

Sin duda el kirchnerismo recuperará terreno en el voto a voto cuando logre rearmar su estructura electoral de raíz popular; los sufragios que busque para las legislativas del año que viene se captarán a partir de la matriz de poder de los intendentes de partidos esencialmente populares, más la seducción que se haga de los sectores medios obreros atados a las políticas salariales del gobierno exigidas por los distintos gremios. Pero será difícil que los sectores medios altos pertenecientes al empresariado de todo pelaje, al mundo gerencial y a corpus de argentinos rentistas pongan su voto por el kirchnerismo.

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La salida de la puja con la Mesa de Enlace campestre dejó al espacio político que sostiene a Cristina Kirchner con notorias falencias en materia de control de agenda. Se trata de la agenda pública, esa que Néstor K supo dominar a la perfección. Hoy retomar el control implicará, de seguro, avanzar en las deudas pendientes del kirchnerismo, primera fase; para el verdadero lanzamiento de una efectiva segunda etapa K será necesario que el kirchnerismo instale en la agenda pública cuestiones medulares para la prosecución de su ideario político:

política de servicios públicos: los hechos de violencia del ferrocarril Sarmiento no hicieron más que recordar las flaquezas del kirchnerismo en materia de transporte público. La política de subsidios a los prestadores de los servicios de transporte sirvió para mantener baratas las tarifas que pagan las clases obreras, pero encareció el costo que el Estado debe enfrentar para mantener un servicio por demás deteriorado. Otra cuestión medular para la microeconomía es el acceso y consumo de energía a bajo costo. El precio sideral que los hogares pobres deben pagar para comprar una garrafa denominada “social” (si es que la consiguen) trepa hasta los 50 pesos. La alternativa de los sectores carecientes es la calefacción por electricidad, mediante caloventores o pantallas eléctricas. Sin embargo, el consumo de dichos artefactos recalienta las instalaciones de los propios hogares, satura la red de los barrios pobres y encarece notablemente la factura bimestral de electricidad, más aún luego del último incremento tarifario que entrampa a las capas sociales más bajas en la clasificación de hogares de alto consumo de luz.

economía de bolsillo: ir a un banco en busca de crédito implica para los sectores obreros toparse con un sinfín de escollos; no solo por las tasas usurarias en créditos y plásticos, sino por los propios requisitos para acceder a cualquier línea de préstamos; no es casual la proliferación de casas de crédito barato, pero con intereses cuasi-confiscatorios. La inflación continuó con un proceso de ascenso que barrió con el poder económico de los sectores de menores ingresos; la manipulación de los números que surgen del INDEK apenas sirvió para ocultar el fenómeno. El impacto psicológico que produce en los consumidores la remarcación de precios remonta a las épocas de la inflación desbordada que tuvo la Argentina de la década de los 80.

educación: El modelo educativo de la década del 90 barrió con cuestiones clave para la generación y sostenimiento de una auténtica cultura nacional, integrada al mundo globalizado. Los parámetros de pertenencia social y cultural fueron relativizados con el objetivo de “mundializar” el imaginario social nativo, el acercamiento identitario a la idiosincrasia de los países poderosamente económicos y el alejamiento cultura de los pueblos latinoamericanos. Fuera de lo cultural y dentro de lo infraestructural, la proliferación y fomento de la educación de gestión privada puso a la educación en un antagonismo falaz: educación pública vs. educación privada, cuando el trasfondo del debate era y es hoy el abandono del Estado de las políticas educativas integradores de los distintos tipos de gestiones, bajo programas de estudio unificados y dirigidos por la Nación, previamente debatidos en el ámbito parlamentario. Volver a reconstruir un auténtico tejido educativo nacional implica recapacitar a los docentes actuales, refefinir aún más la formación en el Magisterio e invertir fuerte en la reparación y construcción de nuevas escuelas. El debate por una nueva Ley de Educación Superior y la ya aprobada Ley de Educación impulsada por el ex ministro de Educación Daniel Filmus pareciera ir en esta senda necesaria.

derechos humanos, fase dos: La política sobre DD. HH. del kirchnerismo es ejemplar para la historia argentina y para el mundo. El fomento del juzgamiento de los represores actuantes en la dictadura del 76 al 83, el sostenimiento de la memoria sobre los sanguinarios sucesos del proceso dictatorial y la incorporación del debate dentro de la formación educativa inyectó un valor moral reivindicatorio de la defensa de las instituciones democrática y el rol de Estado en el respeto a los derechos humanos. Pero la lógica del presente argentino instaló otro debate que todavía el poder político no logró alcanzar con políticas eficientes. La cuestión pasa por lo que denomino “derechos humanos, segunda fase”. El concepto derechos humanos quedó exclusivamente atrapado en el rescate de la memoria de los argentinos pero no alcanza aún a encuadrar el debate sobre lo actual. La problemática del delito, las adicciones, los derechos sobre el propio cuerpo, las garantías de empleo, salud, educación y representatividad ante el Estado en toda cuestión inherente al respecto de los derechos individuales son todos aspectos de esta nueva concepción de los DD. HH. Esta segunda etapa de reformulación de dichas garantías fue percibida al menos en parte por el kirchnerismo, pero su oxígeno político y la coyuntura actual le impiden poder instalar eficientemente una agenda integral de dichos temas.


Las deudas pendientes del kirchnerismo son numerosas. Pero las flaquezas son aún más pronunciadas cuando se trata de satisfacer las demandas dentro del propio espacio sociopolítico que el matrimonio presidencial refiere a diario con su discurso. Si de arreglarse con los propios se trata, el kirchnerismo deberá hacer notorios esfuerzos para convencer a sus potenciales votantes de que deben volver a transformar su confianza en sufragios; resta más de un año para medir fuerzas en las urnas y durante ese período el desafío será convencer a los propios, al menos, sobre los cambios que prometan hacer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La política bolsillista es la que nos está dando, de última, la posibilidad de que exista una puja por la distribución de la riqueza y que nos da cierta solidez a la hora de posicionarnos frente al mundo.
¿Qué hay sino de las discusiones salariales? ¿O de la cancelación de deuda? ¿o de los aumentos jubilatorios? ¿O del rescate de empresas vaciadas?
Sin duda las deudas del kirchnerismo son numerosas pero el camino se pone aún más difícil porque todavía se están saneando los platos rotos de las gestiones anteriores.