Que la gente salga a la calle, es bueno.
Que se haga escuchar ante un gobierno muchas veces sordo (ciego y mudo), también es bueno.
Pero hay riesgos si la movilización de miles de ciudadanos no encuentra un espacio para sumarse y canalizarse.
Hablo de un partido político.
La mejor manera de desbaratar gobiernos contrarios a nuestros intereses es mediante la pelea político.
La Argentina tiene una larga experiencia de alternativas políticas no-democráticas.
Los golpes fueron heridas que dejaron demasiada lastimada la noción de ciudadanía entre nosotros.
Y hoy, vemos que hay tipos como D´Elía que están dispuestos a pegar para hacer política.
Ese camino no nos conviene.
Por eso, ojalá que toda esa gente que salió a la calle para hacer sonar la cacerola encuentre un espacio político en donde sentirse representada.
Podrían ir a golpearle la puerta a Macri.
El único problema de los políticos de la derecha argentina es que no tienen mucha pasión por la política.
Queda en los caceroleros hacer que esta pasión no se apague y que, por el contrario, cobre vida.
Una mirada al pasado argentino nos puede ayudar.
Los sectores de la derecha tuvieron su partido y fueron gobierno durante largos años desde finales del siglo XIX hasta la llegada de la UCR en 1916.
Por eso la foto de Julio A. Roca.
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