La cuestión viene medio extraña. Muchos analistas políticos y encuestadores afirman que Cristina obtiene porcentajes de intensión de voto suficientes como para tener casi asegurado el triunfo en primera vuelta, o en todo caso en una segunda.
La información es abundante (Perfil, La Nación y Página/12 tienen números de los más variados) a menos de un mes de las presidenciales.
Ahora bien: ¿por qué será que no conozco a un solo votante cristinista? ¿por qué será que mis amigos y aquellos que me rodean conocen a sólo algunos votantes de la Primera Dama?
Algo anda mal. O los que la votarán no lo dicen, o mi círculo social es lo suficientemente burgués, clasemedista y gorila como para no registrar en su universo a una candidata popular (y menos aún a aquellos que le darán su sufragio). Más todavía si se cumple lo que sostienen los encuestadores sobre el tipo de llegada que tiene Cristina en los sectores con menos formación y con menos recursos. ¿Estaré subiendo socialmente como para haberme alejado de los fenómenos populares?
Los invito a que se hagan la pregunta ustedes mismos: ¿conozco a alguien que vaya a votar a Cristina?
Esto me lleva a pensar que el 28 de octubre tal vez termine sucediendo algo, al menos parcialmente, distinto de lo que proyectan los entendidos.
Tal vez Cristina gane, pero sería con lo justo, en segunda vuelta y transpirando frío.
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