¡Epa! ¡Qué slogan que tiene la Sociedad Rural Argentina! Parece que eso de hacer crecer plantitas en el campo es toda una tarea heróica. Pero la SRA, en verdad, no es eso.
Esta agrupación de hombres de campo nació en 1866 y estaba compuesta en su origen por productores dedicados a la cria de ganado. Lo de la semillita y la plantita era desdeñado. Era la época de la producción masiva de ganado y su exportación casi total (cualquier parecido con la realidad actual es pura causalidad)
Hoy, la Sociedad Rural reúne intereses que alcanzan lo pecuario (las vacas) y lo agrario (las plantitas); es decir que su composición es agropecuaria. Pero eso de las vaquitas sigue siendo tema central para la SRA. No es casual que haya sucedido lo que pasó ayer en la tradicional exposición de Palermo. La política pecuaria del gobierno K fastidia demasiado a los ganaderos y lo hacen sentir en cada exposición que hacen en Palermo, con ese slogan que supo rezar eso de "el campo en la ciudad".
No estoy seguro sobre lo correcto o no de la política agropecuaria de Kirchner. Pero sí es cierto que el señor K lee bastante bien la historia y allí se descubre la eterna política de extorsión de los ganadores para con los gobiernos de turno. Y esto a Nèstor lo fastidia.
¿Sabían Uds. que los estatutos de la SRA contemplan protocolarmente la invitación al secretario de Estado responsable del área agropecuaria a dar su discurso y dejar "oficialmente inaugurada" la muestra del campo de todos los años? No es una simple gentileza. Es más bien una demostración de fuerza y de autoconvencimiento del rol central que la SRA cree tener (y que efectivamente tiene) en los destinos del país. Se cree con suficiente autoridad, no sólo para invitar a funcionarios de gobierno, sino para esperar que el convite no sea rechazado; y en caso de haber faltazo, la SRA no dudará en calificar la ausencia como un insolente desplante.
Ay! de los dueños de las vaquitas, que no solo son ganaderos; varios de los industriales que conducen la Unión Industrial Argentina también tienen sus toros y vaquitas. En la Argentina, todo parece teñido con los colores del campo. Nuestra historia parece demostrarlo, especialmente los Anales de la exposición de Palermo que muestra cómo anualmente los dueños de las vaquitas hacen sentir su peso; no el de los animales, sino el de sus propios intereses.
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