El falso título de ingeniero de Blumberg despertó un debate amplio en los medios y fuera de ellos. Sin duda, el caso que brotó pocas semanas después del episodio Telerman (falso licenciado) lleva a preguntarse por los "truchos" profesionales que nos rodean a diario.
Si bien esa es una discusión válida (la de indagar en nuestro entorno, a fin de rastrear en aquellos que se hacen llamar de una manera que no son), puede ser todavía más rico hacer un breve análisis sobre nuestros políticos y sus títulos y honores.
El caso Blumberg despierta bronca, sobre todo, entre aquellos que imaginaron a un hombre extra-política cuya imagen de "luchador social" en busca de mayor seguridad y menos delincuencia, podía sanear las aguas de la sucia política. Pero el intento parece hacer precisamente agua y más bien oscura. ¿Por qué?
Tal vez se pueda explicar este suceso con un ejemplo todavía caliente en la historia contemporánea argentina. Es el fenómeno de la Alianza, esa coalición que despertó las esperanzas de millones de argentinos, quienes la votaron masivamente en 1999 y de ese modo pusieron fin al menemato.
Fernando de la Rúa fue ejemplo estelar del fracaso aliancista y esto se comprende por ese estado de cosas que sobre finales de la década del ´90 depositó en la coalición radical-frepasista demasiadas-esperanzas-demasiado-violentadas por el propio devenir del gobierno que colapsó en diciembre de 2001. Esa fue una doble traición.
La moraleja es que aquel gobierno de la Alianza mostró la continuidad de prácticas políticas heredadas del menemismo. La ley de reforma laboral de 2000 y el escándalo de las coimas pagadas al peronismo parlamentario sirvieron para marcar esa fatal continuidad entre aquellas prácticas a cambiar y las que intentaron reemplazarlas.
Con Blumberg pareciera haberse repetido la doble traición. Si el "ingeniero" textil fue promesa de depuración de la política, el verdadero técnico textil derrumbó esa figura. El padre de Axel subió a la escena mediática como un profesional idóneo (con apellido alemán), eficiente en su tarea profesional y prometedor de una misma actitud para "mejorar" la política. El ingeniero falleció ante los ojos del espanto de la opinión pública que ahora ya no tiene a su profesional de la política.
Si bien esa es una discusión válida (la de indagar en nuestro entorno, a fin de rastrear en aquellos que se hacen llamar de una manera que no son), puede ser todavía más rico hacer un breve análisis sobre nuestros políticos y sus títulos y honores.
El caso Blumberg despierta bronca, sobre todo, entre aquellos que imaginaron a un hombre extra-política cuya imagen de "luchador social" en busca de mayor seguridad y menos delincuencia, podía sanear las aguas de la sucia política. Pero el intento parece hacer precisamente agua y más bien oscura. ¿Por qué?
Tal vez se pueda explicar este suceso con un ejemplo todavía caliente en la historia contemporánea argentina. Es el fenómeno de la Alianza, esa coalición que despertó las esperanzas de millones de argentinos, quienes la votaron masivamente en 1999 y de ese modo pusieron fin al menemato.
Fernando de la Rúa fue ejemplo estelar del fracaso aliancista y esto se comprende por ese estado de cosas que sobre finales de la década del ´90 depositó en la coalición radical-frepasista demasiadas-esperanzas-demasiado-violentadas por el propio devenir del gobierno que colapsó en diciembre de 2001. Esa fue una doble traición.
La moraleja es que aquel gobierno de la Alianza mostró la continuidad de prácticas políticas heredadas del menemismo. La ley de reforma laboral de 2000 y el escándalo de las coimas pagadas al peronismo parlamentario sirvieron para marcar esa fatal continuidad entre aquellas prácticas a cambiar y las que intentaron reemplazarlas.
Con Blumberg pareciera haberse repetido la doble traición. Si el "ingeniero" textil fue promesa de depuración de la política, el verdadero técnico textil derrumbó esa figura. El padre de Axel subió a la escena mediática como un profesional idóneo (con apellido alemán), eficiente en su tarea profesional y prometedor de una misma actitud para "mejorar" la política. El ingeniero falleció ante los ojos del espanto de la opinión pública que ahora ya no tiene a su profesional de la política.
Doble traición; porque si el caso hubiese sido protagonizado por aquellos actores reconocidos de la vieja política, el escándalo tal vez no hubiese sido tal. ¿Qué práctica nueva se puede esperar de aquellos que cargan en sus hombres el "honor" de ser más de los mismo?
Pero Blumberg debe respirar aliviado. Porque si su falsa condición de ingeniero se hubiese conocido ya asumido en un cargo público, el "Blumberg-gate" hubiese estallado en todas las direcciones y con reminiscencias aliancistas.
1 comentario:
Recién ayer pude ponerme a leer.
Y ya mismo te advierto que serás plagiado.
Esta nota me servirá de base para mi columna del jueves.
Espero sacarme una nota sobresaliente gracias a vos, y no pagar derechos de autor.
Beso
Cris
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