lunes, 20 de febrero de 2012

Cristina y Hugo: dos personajes de una historia en su último capítulo

Aunque suene extraño, discutir la política a partir de lo que hace y no hace la Presidenta huele a estar debatiendo quién gana y quien pierde en el último capítulo de una novela exitosa, pero que inexorablemente terminará.

Debatir qué curso político tomará el líder de la CGT en su relación con el gobierno, es enrederarse en una discusión de taller literario durante el cual se debate qué verbos usar para concluir dicho texto literario. 

La política debatida sólo en su presente impide ver qué viene por delante 

Constitucionalmente, la Presidenta tiene fecha de vencimiento. 

A menos que se promueva una Reforma Constitucional. 

Pero, ¿tiene consideración social para tamaña empresa? 

La respuesta, en principio, es no. 

Por su parte, Hugo Moyano también tiene fecha de vencimiento. 

No sólo porque se viene la discusión sobre su continuidad al frente de la Confederación General de Trabajadores. 

Sino que, su fuerza, su fortaleza, radica en la capacidad movilizadora de sus huestes camioneras; y nada hace pensar que la sociedad tolere una mega-movilización-paralización de actividades en búsqueda de lograr reivindicaciones laborales. 

Entonces, la pregunta que une a Cristina y Hugo es, ¿para cuánto más les da la piola? 

Si el kirchnerismo busca perpetuidad en el poder, pagará consecuencias severas, en términos de respaldo social. 

Si el moyanismo pretende imponer la medida de fuerza como herramienta de presión política, poca ascendencia social encontrará en las calles. 

¿Y esto a que se debe? 

¿La sociedad se corrió hacia posturas más conservadoras? 

Claro que no: el problema es que los tiempos sociales cambian y esto también empuja un cambio dirigencial. 

Ni la sociedad argentina se banca el manoseo constitucional ni se fuma una huelga general. 

Pero, ¿por qué es esto? 

Porque no hace falta una reforma de la Carta Magna cuando existen suficientes dirigentes dentro del peronismo y tal vez alguno que otro fuera de él como para transformarse en herederos del legado kirchnerista. 

Y porque de nada sirve un paro y movilización gremial cuando los trabajadores están viviendo un momento realmente histórico en términos salariales y de derechos de trabajo. 

Si todo está bien y hay un horizonte más o menos válido, ¿para qué forzar la máquina? 

Seguramente Uds. estarán pensando en este momento: “bien, pero si Cristina y Hugo se van, ¿quiénes podrán reemplazarlos? 

La respuesta no está tan lejos; sólo hay que buscarla a pocos centímetros de distancia. 

En el peronismo hay suficientes candidatos: Desde Scioli pasando por Capitanich y hasta Urtubey, los pretendientes del poder están ahí y esperan su turno. 

¿Y en el universo sindical? Allí también están los candidatos: Caló, Martínez y hasta el propio Pignanelli son capaces de ponerse la pilcha de aspirante. 

Los sucesores están; sólo resta que aparezca la oportunidad. 

Por supuesto que, tanto Cristina como Moyano, pueden imponer sus candidatos a la sucesión: el problema es que sus elegidos sean elegidos como tales por los votos de quienes correspondan, desde sus círculos más cercanos hasta los más lejanos. 

De esta pulseada surgirán los herederos, aquellos que luego de retirados sus pigmaleones se instalen con nuevas energías y liderazgos que pongan en marcha, una vez más en el poder, proyectos de política a perpetuidad, con la esperanza recurrente de no tener fecha de vencimiento.

El cuento de la buena pipa... de la política

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