lunes, 28 de septiembre de 2009

Macri, modelo 2011

Probablemente sea el candidato de la centroderecha argentina en las presidenciales de dentro de dos años. Hoy se siente urgido por una necesidad de no cortar su ascenso político constante desde que decidió saltar de la presidencia del club Boca Juniors a la Jefatura de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

Mauricio Macri sabe cosechar en cada temporada y lo hace a conciencia de su todavía buena imagen ante la opinión pública, forjada con declaraciones medidas, promesas de cambio y llamadas al diálogo y la concordancia.

No es una fórmula mágica, pero al jefe de gobierno porteño le sirvió hasta ahora. Pero, ¿cómo serán los próximos desafíos y la estrategia al respecto de Macri?

En el macrismo hay convicción absoluta acerca de las pretensiones presidenciales de Mauricio. Sólo resta saber, como vienen interrogándose desde hace largos meses, con qué estructura política sostendrá el desafío de pelear para las presidenciales de 2011.

El debate viene dándose sobre, por un lado, la conveniencia de Macri de buscar refugio en el peronismo, o bien, saltar hacia una construcción para-peronista que logre desplegar una estrategia nacional que pueda amalgamar distintas vertientes de la centroderecha argentina en distintos puntos cardinales del territorio nacional. Esta última opción parece siempre imponerse sobre la primera alternativa de “peronización” de Macri.

La semana pasada, la ex vice jefa del gobierno porteño, Gabriela Michetti, reveló que su socio político está decidido a dar la pelea presidencial en 2011. Pocos días después, las huestes macristas ventilaron un plan de pre-campaña para Macri que incluye una recorrida por varias provincias argentinas; toda una cabeza de playa para la gran batalla por ganar la Casa Rosada.

Los desafíos para Macri ya están planteados de manera muy clara: continuar gobernando la ciudad de Buenos Aires puede ser un riesgo importante: la falta de gestión eficiente, la priorización al extremo de la recuperación del espacio público en desmedro de la asistencia social y sanitaria, los desordenes administrativos sumados a las irregularidades en la adjudicación de pequeñas y medianas obras públicas, todo condimentado con recortes financieros como consecuencia de la pésima relación con el gobierno nacional arman un cóctel que el jefe de gobierno deberá evaluar si continúa revolviendo.

Por eso no son pocos los que reconocen que el salto de Macri de la ciudad a la Nación puede ser más por desesperación que por proyección, o al menos por una combinación de ambas, con el salvoconducto que todavía le otorga su buena penetración mediática y resabios del efecto “Boca” que todavía rinde sus frutos en la memoria de la patria futbolera.

Sin embargo, desde una perspectiva más amplia que trascienda al macrismo, el desafío parece ser todavía más interesante que las circunstancias que empujan a un pre-candidato presidencial: está pendiente en la Argentina la construcción política cristalizada de una auténtica fuerza política de la centroderecha de la cual pocos quieren hacerse cargo hoy y que, mucho menos aún, quieren corporizar como uno auténtico espacio político con identidad ideológica y penetración nacional.

Nota publicada en Uruguay al Día

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