martes, 8 de septiembre de 2009

¡Fuerte el aplauso para La Nación!

Con tanto Clarín altisonante, desafinado y gorilante, el diario-de-las-vaquitas parece tan progress como Pagineta.

Dice la nota de Mario Bunge, hoy...

Los enfermos son pacientes, no clientes

(...)

La salud puede considerarse como un derecho en pie de igualdad con los derechos a la seguridad, la jubilación, la educación y el voto, o como un privilegio, a semejanza de la propiedad privada y la vacación paga. Si la salud es vista como un derecho humano, su cuidado será una carga pública y, por lo tanto, un deber del Estado. En cambio, si la salud es vista como una prerrogativa, el ejercicio de la medicina pertenecerá al sector privado.

En otras palabras, el enfermo puede ser considerado como paciente o como cliente. En el primer caso será atendido como cualquier hijo de vecino; en el segundo, será atendido solamente en la medida en que pueda pagar.

El ingreso de un enfermo en un centro médico privado se parece al ingreso de los antiguos egipcios a la inmortalidad: estaba reservado a quienes podían pagar al embalsamador. Mientras los ricos compraban una segunda vida, los pobres morían definitivamente. En tiempos modernos pasa algo parecido, en menor escala: las estadísticas muestran que los ricos viven varios años más que los pobres. Por ejemplo, el europeo occidental puede esperar vivir el doble que el habitante de Afganistán, Mozambique o Sierra Leona.

Nota completa acá.

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