lunes, 16 de marzo de 2009

"unifi-kaos", "adelan-kaos" y la opción parlamentaria


Unificar significa que el kirchnerismo pretende mancomunar esfuerzos en una sola elección 2009.

Adelantar las legislativas representa poner en situación electoral al país, justamente en un momento de intrigas, lobbies, aprietes y todo tipo de tejes y manejes a fin de procurar la salida anticipada del kirchnerismo.

Debe quedar claro que este escenario de facto continúa desgastando al gobierno nacional; lo somete a diarias presiones sobre las cuales debe utilizar ingentes esfuerzos para contenerlas.

Campo, medios, intereses corporativos varios no revelados mediáticamente van configurando la forzada pretensión de constituir la caída K, tan ansiada por sectores opositores.

¿Qué grado de aporte a la gobernabilidad ha hecho la oposición en lo que va de la gestión K? ¿Se justifica el encono permanente argumentando el autismo pingüino? Volvemos a poner de manifiesto el carácter republicano del juego político.

Jugar con la gobernabilidad de una administración de Estado es conspirar contra los intereses de la Nación toda.

De nuevo, la fuga hacia el Parlamento

Como sucedió el año pasado (con retenciones, estatizaciones y demás), el kirchnerismo vuelve a busca legitimidad en el Congreso Nacional.

La opción parlamentaria quedó afirmada con el anuncio del envío del proyecto para una nueva ley de radiodifusión y la presentación de la reforma del Código Electoral para adelantar las elecciones de octubre a junio.

Es de celebrar esta decisión reeditada; es de preguntarse por qué un supuesto gobierno de baja calidad republicana, según la oposición, hace prevalecer el debate parlamentario sobre la intriga política desparramada por corrillos conspirativos.

Tal vez vaya tomando forma, con el paso de estos años, la necesidad de asignarle al Congreso argentino ESE rol institucional que evidenciamos en estos tiempos y que sirve como legítimo dique de contención de las intrigas arriba citadas.

Sería apropiado retomar parte del pensamiento de Max Weber, quien propiciaba el juego parlamentario como mecanismo para cristalizar liderazgos políticos; en nuestra Argentina esos liderazgos terminan por abandonar el Congreso para pasar a la acción directa: Carrió es un buen ejemplo.

No estaría de más apelar al debate local que alguna vez intentó promover el ministro de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni sobre la cuestión parlamentaria; también hubo insinuaciones sobre ese planteo en el entonces alfonsinismo post-dictadura.

La preocupación debe estar centrada en evitar la repetición de fracasos institucionales como los que terminaron en dictaduras o en salidas anticipadas de gobernantes.

En realidad, no es tanto ese escenario el que se debe evitar, sino el agite opositor de alternativas de ese tipo ante el debilitamiento de cualquier gobierno de turno.

Si el espíritu de la República se concentrara en el Congreso, con todas sus formas, tal vez la estemos rescatando de ese tenebroso espectáculo del apriete anti-gubernamental que termina otorgando soluciones finales destructivas para el ejercicio democrático de una sociedad todavía aferrada a la concepción salomónica del ojo por ojo, diente por diente.

Es preferible ver legisladores agarrándose a trompadas por un debate parlamentario antes que dirimir la puja política mediante golpes de mercado o golpes de Estado, dos armas letales que marcaron a fuego a nuestra querida y maltratada República.

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