martes, 10 de febrero de 2009

Represores, detenciones y más violaciones

Desde hace largos meses (y algunos unos cuantos años), los muchachos se vienen juntando a diario.

Lo hacen en el pabellón de "presos especiales" de Marcos Paz, que son aquellos recluídos por causas judiciales por violaciones a los derechos humanos durante la década de plomo, sangre y muerte.

Tienen sus comodidades que incluyen televisor, teléfonos celulares y satelitales, paseos por el parque que rodea el pabellón y TODO el tiempo del mundo para tejer, destejer y volver a tejer conspiraciones contra el actual gobierno de turno.

Son los casi-viejos milicos que supieron ser "jóvenes de entre 20 y 30 años" (como gustan identificarse) que cumplieron órdenes para la cacería, tortura, muerte y desaparición de miles de argentinos durante la última dictadura.

Los Patti, los Etchecolatz, los Von Wernich, los Acosta y otros son algunos de los tantos que hoy siguen guardados en Marcos Paz e intentar abrir, día tras día, las puertas para su libertad.

Claro que no están solos: sus familiares, documento en mano, son los habitués de las visitas a los detenidos; sus amigos y camaradas de armas se conforman con hablarles largo y tendido mediante alguna tecnología de comunicación.


Es cierto que está prohibido entregar teléfonos móviles a los presos; pero no es menos cierto que los equipos son ingresados con la complicidad del Servicio Penitenciario.

Fui testigo de esto cuando entrevisté en exclusiva a Omar Chabán en Marcos Paz; tuve que hacer el reportaje sólo con un grabador digital (¡y casi sin cordones ni cinto!, je)

Pero ante el revuelo que causó la entrevista, a los pocos días el ex gerenciador era entrevistado en Radio 10 por Gelblung mediante un teléfono celular "metido por intermedio del Ministerio de Justicia" según me reveló una fuente de confianza allá por noviembre de 2007.

Que hoy, los que fueron partícipes decisivos de la dictadura, estén recibiendo beneficios prohibidos por la ley no me sorprende.

Desde el año 2006, los autodenominados "presos políticos" del kirchnerismo tienen quien los escuche y quien les escriba.

Un ejemplo es este:




En estos días, la legión en cuestión escribió (con errores de ortografía y todo) una carta pública en la que los "viejitos buenos" vuelven a patalear por su situación.


Es llamativo que ya no se quejen de las supuestas pésimas condiciones de detención; lo hicieron hasta finales de 2007 y ahora parece que todo mejoró.

Claro, tanta tecnología de la comunicación al servicio de esos jerarcas les hace estar más atentos al afuera de Marcos Paz que a la realidad de su morada de detención que, como dije, hasta finales de 2007, parecía una tapera condenatoria cubierta de cucarachas y suciedad, condimentada con una pésima comida.

Lo que es más sugestivo es que la carta sea "la número 1" lo que indica que la estocada de los ge-ge (gerontes genocidas) no será la única, sino la primera de una saga que promete hacer mucho ruido.

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