Ya se dijo en este espacio que lo mejor que le puede pasar al kirchnerismo es que haya confrontación.
Es un escenario en el que se diluyen otras discusiones de fondo, preocupantes y más relevantes que la novela de las retenciones.
Pero el gobierno viene esquivando el bulto.
La inflación, sin duda, es una cuestión central ya que implica poner sobre las cuerdas los salarios, los créditos y desdibuja el horizonte de millones de argentinos atados ÚNICAMENTE a un sueldo.
Ojalá que los muchachos K estén pensando los temas que abordarán y a los que les darán solución una vez que los campos-boys levanten el paro y vuelvan a facturar.
El inconveniente es que los que apoyan al gobierno de Cristina, más allá de estar a favor en la pelea con el campo, no estarán tan firmes en la vereda K cuando esta tormenta pase.
El bajofondo argentino es que los sueldos se empiojan y desdibujan ante la suba de precios.
Y si no, presten atención a los rostros de la gente frente a las góndolas o haciendo fila en un banco.
En la Argentina, cuando los intereses pequeño-burgueses se ven rodeados, el habitante promedio se cree más patriota que San Martín y Belgrano.
Si no tiene iniciativa para hacer una gesta patria por su cuenta, ese argentino es capaz de apoyar a cualquier monigote (político o no político) con suficiente astucia como para convertirse en "defensor de los intereses de la Patria".
Me gustan los gobiernos plurales con acento en lo popular.
Pero en la Argentina, desatender a la clase media es un juego político demasiado peligroso con costos que pueden ser altos, sobre todo, si sus billeteras empiezan a flaquear.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario