domingo, 13 de abril de 2008

Lo que queremos ser y lo que ya no queremos ser



El enfrentamiento entre gobierno y campo y, posteriormente, entre señoras de Barrio Norte y piqueteros de D´Elía no hizo más que potenciar viejos antagonismos argentinos surgidos con el ascenso social de los sectores pobres.

Concretamente, fue el peronismo que en la década de 1940 se atrevió a darle un nivel de vida de clase media a sectores, hasta ese momento, absolutamente relegados y no sólo económicamente.

El gobierno de Cristina se fastidió y acusó a los medios (sobre todo a la televisión) por haber referenciado a los caceroleros de la zona norte de la ciudad como "la gente" y por haber definido a los morochos y desgarbados de Luisito como "los piqueteros".

¿Fue un acto de discriminación?

Juguemos.

Si yo fuese uno de las tantas personas piqueteras (así dicho como para que nadie se sienta discriminado), ¿qué pensaría de las señoras que marcharon en apoyo al paro del campo, cacerola en mano?

  • que es una vieja oligarca

  • que tiene varias mucamas, todas mal pagas y en negro.

  • que no trabaja; la mantiene su marido, un poderoso empresario de curriculum dudoso.

  • que el marido es un empresario que negrea personal.

  • que su marido, en vez de invertir sus ganancias en la empresa, juega a la ruleta financiera en una mesa de dinero.

  • que sus hijos estudian en universidades privadas caras y que se preparan para ser, el día de mañana, grandes garcas empresarios.

  • que vota por candidatos de la derecha, si hay, y que, aunque no lo reconoce, no dudaría en ir a golpear los cuarteles si la dictadura de los pobres avanza sobre sobre su nivel de vida.

Ahora, si fuese una de esas señoras bien de Barrio Norte, ¿qué pensaría de los que marcharon junto a D´Elía?

  • que son unos negros sucios.

  • que son vagos; no les gusta laburar.

  • que son ignorantes, no les gusta estudiar.

  • que mucho son potenciales chorros; no salen a robar porque, por ahora, los mantiene el gobierno.

  • que sus hijos son una amenaza para la sociedad; pueden ser los delincuentes del futuro.

  • que votan a los candidatos que le hacen la vida fácil; les dan planes sociales para que no hagan nada, salvo ir a las marchas.

¿Y qué queda en el medio de estas miradas estereotipada? La clase media.

Muy bien, pero, ¿quién es hoy un clase media?

O mejor dicho, ¿quién quiere ser hoy clase media?

Creo que algo está cambiando en esta Argentina de kirchnerato, de consumismo exacerbado y de política de políticos.

Lo que conocimos como sectores medios en nuestro país ya no es lo que era.

Aquel inmigrante europeo que se vino para hacer la América ocupó ese rol socialmente tan reconocido duranta décadas, pero sus herederos fueron por otro lugar social.

Pero no solo ese inmigrante se hizo de la clase media, sino también el obrero que encontró trabajo e indentidad social reconocida al calor del peronismo.

Si, tanto unos como otros, fuimos y todavía somos de la clase media, ahora queremos ser de la clase media alta, con deudas, quilombos de laburo, pero con casa en un country y un cero kilómetro.

Si fuimos y somos ricos no queremos dejar de serlo, y no sucumbir en manos de esas capas sociales tan bajas, oscuras, olorosas y malvestidas que, encima, se creen dueñas de una Argentina que no hicieron.

Y si fuimos y somos pobres, ahora queremos ocupar ese lugar de la clase media que nuestros padres ni siquiera soñaron alcanzar.

Eso se llama movilidad social y no pienso hablar de este fenómeno porque ya lo hicieron tipos que saben (Pareto, Gini, Sorikin, etc.)

Pero créanme que lo que vivimos es parte de un estado de revoltijo social en una pelea que va mucho más allá del dinero.

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